Sabrina siente que nadie la felicita ni se entusiasma por sus grandes logros, como sus excelentes notas o los primeros lugares que gana ella en concursos, por lo que hace un hechizo en forma de pastel y así recibe elogios. Pero todo se descontrola cuando Sabrina se come el pastel entero al gustarle ser muy elogiada, lo que hace que todo el mundo celebre cada cosa que ella hace, incluso respirar.