Los alemanes, haciendo caso omiso de los tratados internacionales que firmaron, fueron los primeros en militarizar una sustancia química. Se trataba de cloro un ingrediente altamente tóxico utilizado en la fabricación de tintes químicos de los cuales tenían una enorme suministro. Su acción desató una escalada de armas de gas venenoso ya que ambas partes desarrollaron diferentes sustancias químicas cada vez más eficaces. Su uso se culminó con un plan británico que se desarrolló bajo el campo de batalla de Messines Ridge. Mineros británicos y expertos en explosivos plantaron 450 toneladas de un componente altamente explosivo en una red de túneles bajo Messine cresta. Cuando lo hicieron explotar, crearon la mayor mina terrestre de la historia matando 10.000 soldados alemanes. La explosión hizo temblar las ventanas en el 10 de Downing Street a 140 kilómetros de distancia y fué registrada como un terremoto en Suiza.