Las Islas Canarias, inicialmente consideradas el fin del mundo en la Edad Media, se transformaron en un epicentro de la astronomía moderna gracias a su ubicación estratégica y condiciones atmosféricas únicas. Desde el siglo II a.C., con la localización del meridiano cero en la isla del Hierro, hasta el siglo XX, la llegada de científicos como Humboldt y Darwin y la instalación de observatorios internacionales como el del Teide y el Roque de los Muchachos, las islas han jugado un papel crucial en el avance de la astrofísica. Esta evolución se consolidó con la creación de centros de investigación de renombre mundial, reforzando su importancia en la exploración del cosmos y la investigación científica global.