Durante la Primera Guerra Mundial, el estratégico archipiélago canario se convirtió en un teatro crucial de tensiones entre Alemania y Gran Bretaña. Las Islas Canarias, debido a su posición geográfica, vieron intensos enfrentamientos navales, con submarinos alemanes y buques británicos patrullando sus aguas. A pesar de la presencia de fuerzas españolas y británicas, las islas sufrieron bloqueos y ataques que llevaron a graves repercusiones económicas, incluyendo la interrupción del comercio y un aumento en el desempleo. La guerra submarina, al final, precipitó la intervención de Estados Unidos y la conclusión del conflicto con el Tratado de Versalles, que selló la derrota de las potencias centrales y redibujó el mapa político de la región.