Los Alcántara viven pendientes de las noticias. Todos son conscientes de que el final de Franco está cerca y parece que están más inquietos de lo habitual; sobre todo Antonio que no se quita de la cabeza los testamentos. A don Pablo, en cambio, no le preocupa tanto el negocio de los testamentos ya que él en estos momentos está más centrado en sus asuntos sentimentales.