Macias Möll pasa sus días rodeado de relojes y envuelto en cálculos sobre el tiempo. Guiado por un profundo deseo, todas las tardes intenta obstinadamente bajar tiempos y se lanza por las rampas de la plaza en su silla de ruedas. Allí es feliz, rodeado de niños que lo vitorean. La equilibrada balanza, entre sus deseos mas profundos (retornar a la niñez) y su presente de invalidez, se ve amenazada por la sorpresiva desaparición de unos niños en la plaza y lo sitúa como único sospechoso de un hecho que toma estado público. Un inspector de policía a punto de jubilarse, un juez, un obispo, una bella y joven oficial, un ex diplomático irlandés y un placero forman parte de la galería de personajes que toman partido en esta trama.